sábado, 1 de diciembre de 2018

¿Deberia?


Aquí estoy, en la oscuridad de mi cuarto, esperando un mensaje tuyo…
¿Por qué decidiste volver? 
Hace unas semanas yo estaba muy bien, estaba muy feliz pensando que ya te había superado, y que si volvías eso no me afectaría.
Llegó el sábado y mandaste ese mensaje. 
-“¿Cómo estás?”
Pues bien, estaba bien, estaba tranquila, alegre, pensando en decirle a alguien que me gustaría intentar algo con él. Algo en serio con él.
Me invitas a salir. ¿debería decir que sí?
Días después viniste de sorpresa a mi casa. Estaba ebria y sólo pensaba en que si te acercabas más te daría mil besos, te abrazaría y no dejaría que te volvieras a ir, sin importar los problemas que ocasionaría tu venida.
Al día siguiente, al siguiente y al siguiente esperé tus mensajes, tus llamadas…
Ahora admito que perdí.
Perdí de nuevo ante ti, porque me gustas mucho de todas las maneras posibles. Me gustan tus ojos, tu cabello, tu sonrisa, tu nariz, tus cejas, tu cuerpo, tu voz, tu manera de hablar, tu forma de pensar, la manera en la que bailas, amo tu aroma… en fin, me gusta todo, absolutamente todo de ti.


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